domingo, 11 de octubre de 2009

Estampillas, boletos, enanos...

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 Todos los sueños pueden entrar en una carta,
en el puño cerrado que guarda aquél boleto de colectivo:
imaginemos un enano de jardín luchando contra la tormenta 
con la dignidad de un Ronin 
o como el jinete del viento y la lluvia.



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Hay algo común entre las estampillas postales y los viejos boletos de colectivo,
aquéllas cosas que quedaron olvidadas en el viejo cajón del colegio, 
sin ánimo para abrir ya ninguna puerta pero empecinadas 
en brillar como tesoros del alma.








 

 

Y no hay camino de vuelta a casa que no nos lleve a la piedra,
al sonido, a la lágrima en la mejilla del elefante.

 




Voces que abandonaron sus antiguos rostros, cartas que no llegan a destino,
ropa perdida, anuncios intercalados con nuestra luminosa manera de sonreir.
 

Estampillas, boletos, enanos y podríamos agregar: 

alfombras voladoras...







Que nos permitan llegar a la otra isla, 
al mediodía, 
justo para el almuerzo.