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sábado, 27 de junio de 2020

Fuera de stock

















"Mis ojos sólo a mí me pertenecen, y me los clavo con un alfiler 
en las mejillas, tan frescas y desoladas por el viento de nuestras palabras"

André Breton & Philippe Soupault


Fotografía por Dennis Stock "Netherlands" 1982
"Flower farming in Northem Holland"

Camila - Egberto Gismonti


sábado, 12 de julio de 2014

Un sueño...



























Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene alas, no se sienta necesariamente a una mesa quitada en una terraza, de noche, a la orilla del mar. La desesperación es y no es el retorno de una serie de pequeños hechos como semillas que al caer la noche dejan un surco por otro. No es el musgo sobre una piedra o el vaso de beber. Es un barco plagado de nieve, si queréis, como los pájaros que mueren y su sangre no tiene el más mínimo espesor. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Una forma muy pequeña, delimitada por joyas de pelo. Es la desesperación. Un collar de perlas para el que no se sabría encontrar broche y cuya existencia no pende siquiera de un hilo, eso es la desesperación. Del resto no hablemos. Acabaríamos por desesperarnos si comenzáramos. Yo desespero del tragaluz hacia las cuatro, desespero del abanico hacia las doce, desespero del cigarrillo de los condenados. Conozco la desesperación a grandes rasgos. La desesperación no tiene corazón, la mano permanece siempre ante la desesperación jadeando, ante la desesperación que los espejos jamás nos dicen si ha muerto. Vivo de esa desesperación que me encanta. Me gusta esa mosca azul que vuela por el cielo a la hora en que las estrellas canturrean. Conozco a grandes rasgos la desesperación de los largos y frágiles asombros, la desesperación de la soberbia, la desesperación de la ira.  Me levanto todos los días como todo el mundo  extiendo los brazos sobre un papel de flores, no me acuerdo de nada y siempre descubro con desesperación los bellos árboles desarraigados de la noche. El aire de la habitación es bello como unas baquetas de tambor. Forma un tiempo de tiempo. Conozco la desesperación a grandes rasgos. Es como el viento que me ayuda. ¡Se tendrá idea de semejante desesperación! ¡Fuego! Ah, vendrán otra vez...¡Socorro! Helos ahí cayendo por la escalera... Y los anuncios del diario, los letreros luminosos a lo largo del canal. A grandes rasgos la desesperación carece de importancia. Es un incordio de estrellas que de nuevo va a formar un día de menos, es un incordio de días de menos que de nuevo va a formar mi vida.




"El verbo ser" de André Breton
Fotografía de Joel Peter Witkin

viernes, 15 de marzo de 2013

Un subterráneo en viaje





















Vivaldi inventó cuatro estaciones
Rimbaud la temporada en un infierno
Bretón un pez soluble dans les cheveux blancs
Ivo pensó en la vana hechicería y desde entonces
quise que el poema fuera el de un hombre que acorrala poemas

ellos pueden entrar y salir entre cien pájaros de nieve
alimentándose de rama en rama
con diminutas ventanas repletas de dientes
y sorpresivos atajos para salvar a los absolutamente
sordos por exceso

o para deleite de ciertas mujeres
lisas como piedras.





La fotografía "Sin título" pertenece a Lucila Vidal.

sábado, 20 de octubre de 2012

La otra isla, al mediodía















Como una mano que en el instante de la muerte
y del naufragio se levanta al modo de los rayos del sol poniente,
así surgen por todas partes tus miradas.
Quizá ya no haya tiempo, ya no haya tiempo para verme,
Pero la hoja que cae y la rueda que gira te dirán
que nada perdura en la tierra,
Salvo el amor,
Y de esto quiero convencerme.
Botes de salvamento de colores rojizos.
Tempestades en fuga,
Un vals anticuado que se lleva el tiempo y el viento por los
largos caminos del cielo.
Paisajes.
No quiero más abrazos que aquel al que aspiro,
Y muera el canto del gallo.
Como una mano que en el instante de la muerte
se crispa, así se oprime mi corazón.
Nunca he llorado desde que te conocí.
Quiero demasiado a mi amor para llorar.
Tú llorarás sobre mi tumba,
o yo sobre la tuya.
No será demasiado tarde.
Hasta mentiré. Diré que fuiste mi amante,
Y al final todo es tan absolutamente inútil,
A ti y a mí muy cerca nos espera la muerte.

Robert Desnos "A la mystérieuse" 1926 ( Corps et Biens)
Versión de Aldo Pellegrini