uno. TE RECUERDO como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
dos. Oyendo los gritos de alegría que subían de la ciudad, Rieux tenía presente que esta alegría está siempre amenazada. Pues él sabía que esta muchedumbre dichosa ignoraba lo que se puede leer en los libros, que el bacilo de la peste no muere ni desaparece jamás, que puede permanecer durante decenios dormido en los muebles, en la ropa, que espera pacientemente en las alcobas, en las bodegas, en las maletas, los pañuelos y los papeles, y que puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa.
tres. Sueño con una mujer alta, que tiene que curvar el cuerpo para besarme. Pero no veo mujer alguna, pues mis sueños no tienen imágenes. No deja de ser extraño para un cineasta. Sé que esa mujer está en el sueño, sé que usa un sombrero ancho, antiguo, con un velo prendido a él que le cubre enteramente el rostro, muy blanco, luminoso, fosforescente, pero no veo nada. Sé que sus ojos son dorados, es como si viese a la mujer, pero no la veo, no oigo sus palabras, pero es como si las oyese. Poseo el saber sin los sentidos, el conocimiento sin percepciones visuales. Mi sueño está hecho de ideas.
1. Pablo Neruda "Te recuerdo como eras..." .
(20 Poemas de Amor y una Canción Desesperada).
2. Albert Camus "La peste".
3. Rubem Fonseca "Vastas emociones y pensamientos imperfectos".
Fotografía "Nie Nadazam" Maggie (Warszawa - Polonia).